miércoles, 19 de marzo de 2008

Viajes: Sevilla


Hasta hoy me acuerdo de mi primera vez en España. Fue como un sueño, en mi corazón no lo podía creer, pero un día estuve allá para hacer una maestría.
La noticia de la aceptación para hacer maestría llegó tan próxima de la fecha para hacer el viaje que ni siquiera tuve tiempo para reflexionar que en realidad estaba yendo a realizar un sueño. Simplemente arreglé mis cosas de trabajo, preparé mi equipaje y cuando vi ya estaba en el avión del
Brasil para Sevilla.
Llegué el día siguiente al aeropuerto de Madrid y de allá seguí directo para Sevilla.
Mi primera impresión de Sevilla la tengo grabada como se fuera hoy. Era tardecita y la noche estaba próxima cuando salimos del aeropuerto. Vi la ciudad moderna y la ciudad vieja al fondo. El taxi no llevaba a la ciudad cercana, donde era mi alojamiento, cuando en frente vi un puente iluminado que recordaba una embarcación (Puente del Alamillo).
Recuerdo que todo era muy diferente a mi casa y aun sentía la emoción de que era mi primera vez en Europa. Sin embargo, no pude esperar el día llegar y me fui, por la noche, a conocer la catedral.
Estaba segura de que la iglesia estaría cerrada, pero lo que sentí fue inconmesurable. Era la mayor iglesia que ya hubiera visto hasta aquella época y la giralda era muy alta y majestuosa. Recuerdo este momento en especial pues fue el más intenso y mágico que pasé en Sevilla. En realidad habría visto fotos de la catedral, pero no tenía idea de la grandeza. Inclusive ahora cuando escribo esta redacción es como si yo sintiese los olores y estuviese allá otra vez.
Creo que echo de menos aquellos días en Sevilla que no vuelven más, todavía viven en mis recuerdos y sueños.
Iomara (A1)

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